Tengo poco tiempo, así que voy a tratar de dejar aquí una reflexión sobre algo que me sucedió ayer. Por primera vez tuve la mala fortuna de que alguien, con nombre y apellido, pero que nadie sabe quien es, me difamara en la red. Al instante le pregunté que por que decía esas mentiras para difamarme. Y unos minutos después me decía que no tenía datos para hacer tales afirmaciones. No podía tenerlos porque eras mentiras descomunales. Reconozco que tuve unos instantes de duda antes de preguntarle, pero me decidí a hacerlo porque, aunque me han aconsejado cientos de veces que no le haga caso a los que sólo se dedican a hacer ruido en la red y no aportan nunca nada, no quería que nadie empañara mi imagen con mentiras de ese tipo. Sucedió al medio día y en Twitter, y desde ese momento empecé a recibir mensajes cientos de mensajes directos de personas para darme ánimos y pedirme que le respondiera y que llegara hasta el final. Con muchas de esas personas no había cruzado tuit alguno en este tiempo que estoy activa en la red. A todos y a todas ellas, mi mas sincero agradecimiento. Fue la primera vez que me sucedió algo así, y la solidaridad, el apoyo y la fuerza que recibí ayer fue muy grande en cantidad y en calidad. Por la tarde el valiente difamador empezó a insultarme sin ton ni son. Y cuando llegué a casa, reflexioné sobre lo que me aportan las redes sociales y estas nuevas vías de comunicación. Y me aportan mucho más de los que me perjudica. Las redes sociales son, como las personas que las conformamos, fiel reflejo de la sociedad. Y por eso hay un porcentaje, menos mal que mínimo, de personas que se dedican a insinuar falsedades, a insultar y a difamar. Y esta mañana ha llegado a mi timeline ” Mi Manifiesto” que ha posteado Andreu Buenafuente, que está cargado de verdades como templos. A raíz de comentarlo en Twitter me ha enviado Rafael de Loma un post suyo sobre los “reventadores virtuales”
Cuando una persona está en las redes sociales con su nombre y apellido, dando la cara cada día, en mi caso de mi responsabilidad institucional y política y se comunica y aprende y conoce a personas, y se enriquece cada día con muchas opiniones, propuestas, ideas y críticas, sé que también está más expuesta que la persona que no está. Mucho más en el caso de una persona que está en política, con lo desprestigiada que esté en este momento, parece como mucho más fácil tratar de empañarlo todo con insinuaciones y comentarios en tono despectivo. Y ni todos somos iguales, ni las personas que estamos en política somos todos tan malos, ni es justo que nos meta a todos en el mismo saco. Mi reputación en una, la mía y la on-line, es la misma. No todo vale, y no por tener esa responsabilidad pública hay que aguantar que se comentan delitos encaminados a dañar el honor. Menos mal que somos muchos más los que aportamos, enriquecemos, proponemos, debatimos y sumamos, que los que sólo están en la red para hacer ruido y dañar a los demás.